Pretende dar a conocer algo de la vida de los personajes más relevantes en la historia de la humanidad. Cualquier error de fechas o ausencia de datos, es culpa mia y sólo mia. Espero que os guste y os sea de utilidad
sábado, 27 de septiembre de 2008
SAN AGUSTIN
( Aurelius Augustinus, 354-430 ). Obispo de Hipona, nacido en Tagaste, ciudad situada dentro de lo que hoy es Argelia, hijo de Patricio, magistrado pagano, y de Santa Mónica. A la edad de 16 años ingresó en la Universidad de Cartago, donde, entregado a una vida de placeres, se amancebó con una joven de la que tuvo un hijo, Adeodato. A pesar de ello obtuvo el primer puesto en la escuela de retórica. A los 20 años comenzó a desear " con ardor increible la inmortalidad de la sabiduria ". Al recurrir a las Sagradas Escrituras a fin de satisfacer este ardiente deseo, sintióse desilusionado, porque las hallaba " indignas de ser comparadas con la grandeza de Cicerón ". Siempre insatisfecho, arrojóse en brazos del maniqueismo y durante más de nueve años practicó esta doctrina herética. Abrió una escuela de gramática y retórica en su ciudad natal, pero, abandonándola a poco, volvió a Cartago. La indisciplina de los estudiantes le indujo a trasladarse a Roma, donde, con la oposición de su madre, abrió una escuela. Los estudiantes romanos se comportaban bien, pero no pagaban. Finalmente obtuvo una plaza de profesor de Retórica en Milán, subvencionada por el Gobierno. Antes de abandonar Cartago, su entusiasmo por las doctrinas maniqueas se habia apagado considerablemente. Su vida fue una patética lucha en busca de la verdad. Dos factores hicieron vacilar su antigua fe herética: las predicaciones de San Ambrosio y la lectura de los filósofos neoplatónicos. Por esta época llegó su madre de África. Sus lágrimas, la influencia de personas prominentes y el estudio del Nuevo Testamento convenciéronle de la verdad del cristianismo. En la vigilia pascual del 387 era bautizado en Milán por San Ambrosio. La tradición asocia sin fundamento esta memorable ocasión con la composición del gran himno cristiano, el Te Deum. Poco después, en visperas de regresar a África, murió su madre. Se retiró a Tagaste, vendió sus bienes, cuyo producto distribuyó entre los pobres, y se entregó a una vida de oración y estudio. En el 391 la comunidad cristiana de Hipona Regia, ciudad cercana a la moderna frontera de Argelia y Túnez, le persuadió a que aceptase la ordenación sacerdotal. Al cabo de cinco años nombróle su auxiliar el obispo Valerio. Muerto éste, sucedióle Agustin en el obispado, que rigió hasta el fin de sus dias. Murió el 28 de agosto del 430, cuando los vándalos tenian ya puesto sitio a la ciudad desde hacia tres meses. Ningún teólogo ha dejado huella tan profunda en el cristianismo como San Agustin, considerado el más grande de los Padres latinos de la Iglesia Católica. Su fama radica tanto en sus escritos como en la devoción que revela en la historia de su vida interior. Defendió contra los maniqueos la doctrina de que el mal no es inherente a la naturaleza de la materia. Todo lo que hizo Dios es bueno. El mal es una corrupción de la naturaleza, provocada por el ejercicio de la voluntad humana. En pugna con los donatistas, que defendian que la católica habia dejado de ser una iglesia santa al admitir en su seno a los infieles, negaba que la Iglesia ahora existente estuviera destinada a coexistir con la iglesia final y gloriosa. El agustinianismo - o cuerpo de doctrina universalmente identificado con San Agustin - fue desarrollado por su autor en controversia con Pelagio, monje británico, y con otros que, más o menos, defendian sus doctrinas. El punto en discusión era la relación entre la verdad y los individuos: las condiciones y el proceso de salvación. San Agustin empleó todas sus energias en establecer la tesis de que el hombre es incapaz, por si solo, de desear el bien y que es necesaria la divina gracia para todo acto conducente a la salvación. Después de su muerte, sus doctrinas sobre la gracia se transformaron en la teoria de la predestinación, según la cual Dios elige a los participes de su gloria. Su obra es voluminosa y abarca interpretaciones de las Escrituras, cartas y escritos filosóficos y estrictamente teológicos. Pero indudablemente sus dos obras más famosas son De Civitate Dei o La ciudad de Dios y las Confesiones. La primera apareció después de la caida de Roma y es un intento de crear una filosofia de la historia, en que presenta a la mente el concepto de una ciudad espiritual de Dios, surgida lentamente del pasado y destinada a abarcar a todos los reinos de la tierra. En las Confesiones refiere la historia de sus ideas y sentimientos, sus pecados y luchas, sus derrotas y dilaciones, su triunfo final.
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